¿No hay “Negros” en Argentina…. Ni “Blancos” en Francia?

La paradoja es tan graciosa que no aproximarse desde el humor es muy difícil, al menos para mí. Más allá del trending topic por la final del mundial de fútbol en sí, considero relevante centrar la atención en los comentarios que se están generando por cuenta de un artículo publicado en el Washington Post por Erika D. Edwards titulado ¿Por qué Argentina no tiene más jugadores negros?.

En esta loca obsesión por hacer de todo un debate racial o de género, la autora ignora que en la selección NO HAY jugadores negros. Así que la idea de “más jugadores” afroamericanos es absurda. Con pinzas ella misma se contradice cuando expone los datos, en una población de casi 46 millones de habitantes, la minoría afro no alcanza a ocupar el 1% con cerca de 150 mil ciudadanos registrados. ¿De dónde van los argentinos a poner jugadores afro en una selección donde la competencia por una plaza es de las más tenaces del mundo? Por supuesto que habrá jugadores afroamericanos en Argentina luchando por una plaza, tan argentinos como Messi y compañía, el problema no es si son negros o blancos, el problema es si son lo suficientemente buenos para vestir la camiseta. 

El problema como lo hemos podido observar durante los últimos años, es que en esta agenda promovida por algunas compañías con mucho poder y los medios de comunicación sensacionalistas, la inclusión y la diversidad se han convertido en moneda  corriente como OBLIGATORIEDAD, postrando todo ante sí, modificando contextos y situaciones hacia la desnaturalización en sí misma. ¿Por qué no hay afrodescendientes en la selección de Japón? ¿Por qué no hay Rubios caucásicos en la selección de Marruecos?. La cuestión no es por qué una selección de futbol no es “diversa”, la dificultad radica en forzar la diversidad para justificar la presencia obligada de minorías donde por diferentes razones socio-antropológicas o culturales no pueden estar, o sencillamente como consecuencia de situaciones históricas que les han hecho quedar al margen. Ser marginal no es siempre sinónimo de estar fuera porque se está mal. No es sinónimo de exclusión deliberada. 

El caso de la Francia africana es la del otro extremo. Inmigrantes nacionalizados y jóvenes talentos nacidos allí han logrado ocupar un lugar en la selección nacional. La discusión aparece cuando nos enteramos de que cerca de 6 millones de afrodescendientes comprenden una minoría del 8% de la población francesa. Aún así, hacen presencia en la selección nacional como representación “Africana” 14 jugadores (más de la mitad de los convocados). Muchos críticos han entendido esto como una consecuencia natural de la migración africana a Europa, no obstante, de nuevo el debate se enciende si revisamos con lupa los números y los contextos específicos en los cuales un deportista de alto rendimiento hace carrera, obtiene oportunidades y brilla por sí mismo. ¿Dónde está la mayoría caucásica francesa ?, ¿No hay jugadores blancos con talento para ocupar más plazas?

Es como obligar a equipos de la NBA a respetar una cuota caucásica, asiática o latina, o que los equipos de ciclismo o natación elite estuviesen obligados a incluir pedalistas o nadadores negros sin importar su performance. (Usualmente no tienen buen desempeño a nivel élite en estos deportes) pero pocas veces o quizás nunca verás a un corredor de maratones blanco europeo quitarle el podio a uno africano, sencillamente porque son fuertes en este deporte y hay muchos más de ellos dedicados a serlo. Al pensarlo cuidadosamente, deducir por qué la inclusión forzada es absurda no es tan difícil, sin embargo de la mano de las iniciativas mediáticas por grandes corporaciones como Disney o colectivos que promueven el odio y la segregación tribal más que la comprensión y la unión, el discurso de la diversidad se ha orientado hacia una dictadura del pluralismo, cuando en muchos escenarios no cabe porque simplemente no es natural. La diversidad es natural, la imposición de igualdades colectivas no lo es.  

La revisión histórica es muy útil en estos casos, nos ayuda a refrescar y cambiar la lupa con la que tradicionalmente hemos mirado el pasado. De igual manera adecuar los discursos y la información de acuerdo a los contextos debería ser una prioridad, no un lujo; es decir, es totalmente diferente que en Suiza o Dinamarca la democracia exija como acción, la representación de minorías étnicas en el parlamento; lo que no es natural es obligar, por ejemplo, al comité de patinaje artístico a nivel olímpico en estos países a aceptar una patinadora de origen Mongol, solo por el hecho de ser diferente y no por su talento. 

Como hispano residiendo en Estados Unidos no puedo exigir que me den oportunidades por el hecho de ser hispano; al menos no en todos los contextos. En aquellos donde he ganado lo he hecho por mis habilidades, no por ser latino; en otros donde he perdido puedo dar fe de la misma situación. Eso no quiere decir que para todos sea igual, sería una falacia, pero advierto que los precedentes de justicia en ese sentido son mayoritariamente una norma , no la excepción.  De igual manera sé de primera mano que no importa si eres minoría o no cuando te abres paso compitiendo de igual a igual con otros, la diferencia la determinará la habilidad, no el favoritismo por la etnia. A diario veo como jóvenes estudiantes blancos, hispanos o asiáticos en High School, aspirantes a una plaza en los equipos representativos como Baseball, Baloncesto o Futbol Americano, no tienen la menor oportunidad frente a atletas negros de mayor habilidad, talento o capacidad física. ¿Discriminación?. 

El racismo y la xenofobia existen, muchas minorías en diferentes países la están pasando mal por su propia condición de minorías, pero el problema sociopolítico se debe, (tiene) que solucionar desde el contexto del día a día, el cambio de políticas para la participación ciudadana en general y la inclusión de todos los ciudadanos hacia la posibilidad de ser lo que deseen y puedan ser. 

Igualdad de oportunidades no es lo mismo que igualdad de plazas.

 Por ello, es diferente ubicar estratégicamente representantes de minorías en deportes, películas o medios masivos para vender la falsa idea de diversidad a simplemente permitir que personas con las cualidades necesarias lleguen allí por mérito, sin importar su origen. Cada quien tiene el derecho de ser lo que pueda llegar a ser por mérito, talento y reconocimiento en el campo laboral, deportivo, artístico o político. (Y en su respectivo contexto).

Entender la diversidad desde la raíz no es una tarea sencilla, pero la pregunta vale, porque es más fácil concebir la existencia del pluralismo desde su naturaleza, no desde la aldea global incluyente. James Bond no es un hombre de 1,65 cm, con rasgos asiáticos, la razón es simple, el autor nunca lo concibió así pues ese héroe es un inglés de etnia caucásica de casi 1,90 mts. Por la misma razón, ese mismo hombre blanco caucásico Inglés no debería vestir la túnica de Black Panther, ya que la tradición africana que desea enmarcarse tras el superhéroe, no permitiría tal “sustitución” de manera natural. Lo cual sería percibido por estas culturas como ofensivo y transgresor. 

Supongo que el debate continuará con más escarnio, ya que una población dividida y dedicada a la confrontación es lo que las élites gobernantes necesitan para poder seguir ejerciendo el poder, que a veces cuando nos unimos, amenazamos con recuperar. En las verdaderas democracias, con todas sus fallas y agujeros, la participación ciudadana y el reconocimiento del otro no son la consecuencia sino la causa. La diversidad étnica/racial es una consecuencia de la naturaleza en comunión con migraciones y episodios históricos que hoy no podemos cambiar. Reconocer al otro como diferente por su condición racial implica dos caras de una misma moneda que en nuestra sociedad actual tiende a ser negativa. Para alcanzar mayores niveles de equidad en sociedad debemos revisar los contextos en los cuales esa igualdad es demandada, ya que precisamente es la diferencia la que desea exaltarse y reconocerse; pues bien, que cada cosa en su lugar no signifique todas las cosas en el mismo lugar. Ni la selección de Argentina TIENE que reclutar jugadores negros, ni la francesa TIENE que convocar solo caucásicos. 

Creo, en mi acercamiento a este dilema, que no hay puntos medios, ni extremos; se trata de contextos complejos que deben analizarse de manera particular. Aquí, definitivamente y aunque suene extraño, no caben las generalizaciones. 

El debate está servido.

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