EP. 6 ¿Quién o qué soy yo?. (Identidad e identificaciones desde el psicoanálisis y el budismo)

¿Quién o qué soy yo? ¿Dónde habita el yo? ¿Es igual al espíritu o al alma? Estas son preguntas complejas que podemos hacernos para tratar de establecer nuestra existencia y posición en el mundo. En este episodio exploramos algunas de las respuestas que ofrecen el psicoanálisis y el budismo cuando se habla de las identificaciones y la idea de “el yo.” 

Recientemente me encontré de nuevo frente a un dilema al que alguna vez dediqué cierto tiempo de exploración. Me encuentro desarrollando y caracterizando algunos personajes para la novela que escribo, por lo cual la investigación siempre está a la orden del día. Me topé entonces de nuevo con el eterno problema del yo, la identidad y el reconocimiento de la existencia propia basada en lo que hacemos, tenemos o pensamos. El océano  ha servido como metáfora a algunos místicos que vieron en su gigantesco volumen la encarnación del todo, y a la gota como su expresión individual, con iguales características y esencia, pero en minúsculo tamaño. De cierto modo la idea es chocante pues casi que nos obligaría como individuos a renunciar a la singularidad para reconocernos como parte de algo “superior” o más grande. Aquí precisamente podrían confluir decenas de apreciaciones religiosas. No obstante, saberme individuo o sujeto, es al mismo tiempo reconocer que no soy el otro o que soy diferente al otro, para ser YO, no puedo ser EL OTRO. Empieza entonces aquí el macabro juego de las definiciones, las acepciones y la tiranía del lenguaje. Pero la pregunta fundamental desde un enfoque existencialista es ¿Quién soy yo? ¿Dónde está ese yo que creo ser y si existe, ¿dónde habita? ¿Qué es la identidad y cómo me determina? ¿Qué son las identificaciones? ¿Por qué han sido estudiadas o analizadas como algo diferente?.

Esta y otras cuestiones son la base fundamental de múltiples estudios bien intencionados que desde diferentes orillas pero con la misma intención, se aventuraron a explorar y tratar de iluminar un poco el camino al respecto. ¿Quién o qué somos? ¿Dónde está nuestro yo? ¿Acaso existe un yo en mi interior? ¿Es una construcción mental? ¿Es solo una elaboración perpetua a manera de suma o se transforma?.

 Tan importantes son estas cuestiones en relación con la condición humana que los grandes conflictos globales continúan asentados en su mayoría sobre estas. Desde los nacionalismos exacerbados que edificaron las causas nazi, comunista o yihadistas, hasta las discusiones  contemporáneas sobre identidades de género y el juego de roles imbricado que crea y recrea permanentemente las sociedades y sus culturas. 

 ¿Hay respuestas? Claro que sí, pero no definitivas, solo podemos aceptarlas a manera de exploraciones, apreciaciones, aproximaciones que algunos colectivos pueden rechazar o aceptar de acuerdo a múltiples factores. Sin embargo, a la luz de la razón, la experiencia, la observación y la investigación, progresivamente los hallazgos pueden ayudarnos. Deben ayudarnos. 

 La pluralidad de voces representa los diferentes conflictos sobre identidad e identidades en el entramado social, desde la proclamación de la raza aria alemana como superior por parte de Hitler, pasando por los discursos antiimperialistas de Lenin y Fidel Castro, sustentados en identidades nacionalistas, hasta los debates contemporáneos en torno a la identidad  y orientación de género, el sentir y geo-localizarse de las comunidades afrodescendientes o hispanas y el cúmulo de expresiones divergentes que hoy empiezan a  levantar su voz para asociarse como colectivos que se autoreconocen con ciertas características. 

Pero el conflicto y la problemática que generan las definiciones de identidad e identificación parecen no ser del todo sociales, a escala general, sino inherentes al plano lingüístico en lo fundamental. 

Esto agrava la situación pues como es sabido se genera un meta-problema. Estudiamos el lenguaje usando el lenguaje y eso ya prepara el terreno para toda una serie de situaciones irresolubles.  Por eso hoy solo quiero proponer el tema desde lo que comparten algunas visiones occidentales y orientales. Qué es el yo o ego para el budismo en su corriente Zen y lo que intelectuales como Lacan encontraron desde la academia. 

Jaques Lacan fue un destacado psiquiatra y psicoanalista y  durante más de 4 décadas estableció un precedente en los estudios sobre el psicoanálisis freudiano, incorporando otras dimensiones como el estructuralismo, la literatura, la filosofía y las matemáticas. Sus seminarios y disertaciones establecieron una línea que hoy puede seguirse si deseamos acercarnos a estos aspectos. Siendo Lacan la fuente primaria, encuentro a la vez una exposición de la La Dr.a Rosa María López muy provocadora y pertinente. Ella  es Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid Y Docente del NUCEP perteneciente al Instituto del Campo Freudiano. Así mismo Pertenece a la Asociación Mundial de Psicoanálisis y a la Escuela Lacaniana. 

En noviembre del año pasado compartió para El Ateneo de Palencia la conferencia"Yo es otro: el drama de la identidad". Quiero rescatar con especial énfasis su análisis a una reconocida reflexión del filósofo existencialista Soren Kierkegaard, en su obra La enfermedad mortal:

 La desesperación es una enfermedad del yo, y puede adoptar tres formas: la desesperación de no tener un yo; la desesperación de no querer ser uno mismo; la desesperación de querer ser uno mismo.

Esta aproximación inicial desde la perspectiva clínica, nos ayuda a comprender las instancias patológicas de la identidad y sus conflictos. Lacan proponía que todo sujeto es inacabado y que toda identidad es patológica pues no es posible sostener una construcción de ese tipo. El problema del lenguaje radica también en que los pronombres y las etiquetas determinan y compartimentalizan el mundo, fraccionándolo. La realidad entonces es un conjunto de cosas nombradas, no la realidad en sí.  "Yo", es quien se dice o autodenomina a sí mismo como yo, por lo cual el yo se presenta como una ilusión. 

Pensemos en esto. Un cuerpo humano adulto en promedio puede tener hasta 30 billones de células. Cada una cumple con los ciclos de un ser vivo, nace , crece, se reproduce y muere, cada una desempeña un papel en el cuerpo y a su escala, es una unidad completa como expresión de la vida. Siendo así, somos la suma de esos miles de millones de células y nuestro cuerpo, en sus funciones internas opera sin el ejercicio de nuestra consciencia… solo trata de imaginar si tuvieras que ordenar a tu corazón latir cada segundo, o regular las funciones de tus demás órganos.  Es una locura, pero tenemos conciencia de un "alguien o algo" que observa el mundo, el "yo", y ésta es la mayor dificultad pues al mismo tiempo que somos observadores, parecemos separados de la realidad. 

¡Ella está en mi garganta, la grita!

¡Es toda mi sangre, este veneno negro!

¡Yo soy el siniestro espejo

Donde la furia se contempla!

¡Yo soy la herida y el cuchillo!

¡Yo soy la bofetada y la mejilla!

¡Yo soy los miembros y la rueda,

Y la víctima y el verdugo!

Así como estos versos de Baudelaire, otros autores han reflejado en sus obras el problema de la alteridad, el otro. En la novela El Hombre Duplicado, José Saramago plantea el conflicto de la identidad, de hecho fue llevada al cine y la película se llama Enemy. Ya conocemos el clásico Dr. Jekyll y Mr. Hyde De Louis Stevenson, siendo una de las aproximaciones pioneras en los problemas de la identidad. Pero también existen ejemplos muy elegantes, elaborados con un altísimo nivel estético como la heteronimia de Fernando Pessoa, quien desde múltiples "yoes" construyó una obra poética monumental que encarna diversos personajes coexistiendo en el mismo universo, jugando con las ficciones dentro de la realidad. 

  El yo es una ilusión de la consciencia, no podemos aferrarnos a una identidad inamovible. En cambio, parece que navegamos todos los días en lo que desde el psicoanálisis se conoce como Identificaciones. 

Lacan es claro cuando enuncia que el sujeto emerge del lenguaje, que "el yo" se crea a través de identificaciones y que entre más se afirme el sujeto, más se aliena. Es por ello que el ejercicio de reconocernos como propietarios de identificaciones transitorias, es el estadio más sano de nuestra mente. Es aquí donde se encuentra una interesante conexión entre los planteamientos del psicoanálisis lacaniano y lo que desde otras vertientes y con milenios de anticipación ya se planteaba en budismo. 

Como tradición filosófica el budismo tiene 2500 años. Las enseñanzas de Buda sobreviven en las diferentes escuelas de pensamiento y práctica que a lo largo de 25 siglos se ocuparon por preservar y al mismo tiempo interpretar principalmente los Sutras y las Cuatro Nobles Verdades. 

Si bien el budismo siempre se mantuvo muy alejado de occidente, algunos maestros como el Dr. Suzuki y el británico Alan Watts, lo popularizaron durante la segunda mitad del siglo XX tratando de explicar conceptos complejos y difíciles de asimilar en nuestras culturas occidentales.

El término Anatta, por ejemplo,  plantea que no hay un “Yo mismo” autoconsciente permanente. Lo que quiere decir que no la concepción de que somos la misma persona a cada momento es errónea. Es una ilusión. 

Anatta se define como flujo. El cuerpo y la mente fluyen sin parar, lo único constante o que no cambia es el cambio. 

Por ejemplo, si reconocemos los estudios que explican los procesos de regeneración celular en nuestro cuerpo, confirmaremos que nuestro cerebro no es el mismo y que a diario nacen y mueren las células que lo constituyen. 

Acercarse al budismo exige por obligatoriedad, iniciar la comprensión del ego, que es la manifestación ilusoria del yo. Cuando se logra vencer esta ilusión y se reconoce la interdependencia de los seres, se alcanzan estados elevados de conciencia conocidos como iluminación. 

Vemos entonces cómo ambas aproximaciones no se distancias en cuanto a su propósito y nos ayudan a reinterpretar lo que con tanta fijación hemos aprendido y de lo cual nos es tan difícil prescindir. Siguiendo este camino, no somos nuestro nombre, porque alguien ya lo eligió por nosotros y podríamos tener cualquier otro, no somos nuestro trabajo, porque si mañana nos ocupamos en otro oficio, seguimos siendo más allá de la labor; no somos nuestros pensamientos porque mañana podemos cambiar perfectamente de opinión o creencias y considerar nuestros pensamientos anteriores como infortunados o falsos. Ni siquiera somos nuestros cuerpos pues ante la ausencia de extremidades, partes u órganos no vitales, nuestro “observador interno” continuaría allí, habitando desde la sombra. 

¿Qué somos entonces? 

Ante estas observaciones, parece que somos manifestaciones complejas de identificaciones transitorias. Sin embargo. Se presentan nuevas e intrigantes situaciones pues como ya tuvimos la oportunidad de revisar desde el psicoanálisis, no es apropiado confundir al ser con "el  yo."

El psicólogo Francisco Javier Molas López reflexiona en uno de sus artículos sobre el budismo y el ego y cita a su vez al psicoterapeuta, sociólogo y teólogo Enrique Martínez quien postula que «dada la incapacidad de la mente para entender el no-dos,(lo no dual) si se quiere acceder a la no-dualidad es preciso acallar la mente, pasando del «pensamiento a la atención». Se aprecia entonces que la «separación es únicamente una creación mental», y que no existe nada separado de nada«.

¿Qué nos quiere decir Martínez Lozano? Que el ego lo percibe todo separado: «Yo y lo demás». Cuando en realidad, no existe observador, acción de observar, ni objeto observado. Sino que todo es consciencia, pero debido a nuestros pensamientos contaminaríamos nuestra percepción de la realidad.

De esta forma, debido a todos nuestros pensamientos y condicionamientos, percibimos el mundo desde un Ego que hemos ido creando poco a poco. Pero se trata de un Ego artificial. Un ego que no tiene existencia como tal, sino que forma un conjunto de muchos aspectos y que todos ellos, además, son cambiantes.

Ya lo diría Fernando Pessoa

«Miro, y las cosas existen. Pienso, y existo solo yo».

Nuestro cerebro está diseñado para cumplir con su tarea. Es una máquina muy potente que desde la infancia empieza a ser entrenada y alimentada  para seccionar, fragmentar y deconstruir la realidad que percibe a través de los sentidos, solo de esta forma puede digerirla y procesarla con las herramientas racionales que le entreguemos. Quizás es por ello que en occidente nos cuesta tanto percibir la realidad desde concepciones más holísticas o que entiendan la universalidad. Sencillamente no se nos ha educado para ello y los procesos cognoscitivos que tan bien se dan para el raciocinio y lo procedimental, detienen a su vez las posibilidades de experimentar sinestesias o comprensiones espontáneas de los fenómenos que a diario experimentamos en lo que llamamos mundo, ahí, fuera de nosotros. 

Todas las formas y los seres, cada elemento que constituye el universo, es percibido a través de los sentidos por este observador misterioso que me habita. Comprender que no soy una identidad fija e inamovible es el esfuerzo para una vida completa pues es muy difícil renunciar a lo que caracteriza y estructura nuestros pensamientos. Que posteriormente comandarán acciones y finalmente se convertirán en nuestro comportamiento, una de nuestras más importantes señales de la identidad en el mundo. Así se reproduce la cultura y se tejen las complejas relaciones interpersonales.

La vastedad del océano nos enseña algo, como La Ley del Corazón de Hegel. No podemos tomar como medida del mundo nuestro yo. Es tan grande y diverso allí afuera que no podemos pretender que nuestra medida alcance para determinar lo que está bien o mal de manera universal; así todos los seres asumiendo identidades e identificaciones en el complejo entramado de las interacciones sociales, están llamados a establecer los caminos de comunicación posibles para en una dicotomía inmarcesible  observarse, apreciarse y entenderse como iguales y únicos a la vez. El vetusto manifiesto de Heráclito resuena:

TODO FLUYE, SOMOS Y NO SOMOS. 

NOTAS DEL EPISODIO

1. Jaques Lacan fue un destacado psiquiatra y psicoanalista y  durante más de 4 décadas estableció un precedente en los estudios sobre el psicoanálisis freudiano, incorporando otras dimensiones como el estructuralismo, la literatura, la filosofía y las matemáticas. Sus seminarios y disertaciones establecieron una línea que hoy puede seguirse si deseamos acercarnos a estos aspectos. 

 2. Dra.  Rosa María López  es Psicología por la Universidad Autonoma de Madrid Y Docente del NUCEP perteneciente al Instituto del Campo Freudiano. Así mismo Pertenece a la Asociación Mundial de Psicoanálisis y a la Escuela Lacaniana.

3.  CONFERENCIA "Yo es otro: el drama de la identidad" (15-NOV-19) (Ver en Youtube por ATENEO DE PALENCIA 

4. ALAN WATTS

5. Dr. SUZUKI 

6. HOMBRE DUPLICADO Autor José Saramago. 

7. Artículo FRANCISCO JAVIER MOLAS LÓPEZ 

8. El concepto de identidad desde la perspectiva psicoanalítica

Anterior
Anterior

7. ¿Cómo nos controlan? (Estrategias, Manipulación y Propaganda según Chomsky)

Siguiente
Siguiente

E. 5 Conflicto y Memoria Histórica (Segunda Parte)